Tres razones para invertir en una planta de valorización de residuos

La basura y su tratamiento es un problema complejo en las grandes urbes del mundo. El crecimiento exponencial de la población, así como las industrias altamente contaminantes y las formas de consumo actuales han llevado al planeta a una triple crisis ambiental:

Aunque buena parte de los gobiernos occidentales han buscado responder a la crisis con distintas políticas ambientales, el problema está muy lejos de resolverse. Las mediciones difieren respecto a la producción de basura por persona en Latinoamérica, aunque se estima que cada uno de nosotros produce entre 0.6 y 1.2 kilogramos de residuos al día.

Con este nivel de carga, la solución que por años se ha dado en la región, los vertederos, están destinados al colapso. Más que ser una predicción esto ya es una realidad. Sin ir más lejos, el año 2019 la ciudad de Ancud (Chile) vivió una situación crítica al constatarse que sus vertederos estaban contaminando las napas subterráneas poniendo en riesgo a los habitantes de Chiloé. Hubo una alerta sanitaria, las calles comenzaron a llenarse de basura al no existir un lugar donde descargarla.

Casos como este se pueden encontrar en buena parte de los países de Latinoamérica y también en otros continentes del mundo.

Entonces, ¿qué hacer?. Una posibilidad es conseguir que las persones realicemos un cambio cultural donde se privilegie el consumo consciente, adoptando prácticas como el reciclaje, la reutilización y la reparación de los productos que usamos, así como preferir marcas que tengan un compromiso similar en este sentido.

Sin embargo, en la práctica es muy difícil conseguir resultados de forma rápida ya que los cambios culturales son procesos que requieren muchos años para consolidarse. El tiempo es un problema porque la crisis es hoy.

Una solución al problema de los residuos

Las plantas de tratamiento y valorización de residuos ya han sido implementadas con éxito en países desarrollados, entre los cuales están Alemania, Dinamarca, Finlandia y Japón. Gracias a procesos de gasificación han logrado convertir los residuos no reciclables en biocombustibles. No es una solución nueva, algunas de estas plantas están operativas desde hace más de una década. Sin embargo, su avanzado desarrollo tecnológico en los últmos años las ha convertido en soluciones cada vez más eficientes y con gran diversificación de los productos que generan.

Una planta de este tipo gestiona residuos sin separación en origen, siendo capaz de procesar desde las 400 toneladas por día y generar combustibles carbono neutrales indispensables para cumplir con las exigencias de industrias como la minería y la aeronáutica, entre otras. 

Implementar una planta de estas características permite hacerce cargo de las tres crisis ambientales por las que atraviesa el planeta. ¿Cómo se logra?:

  1. Combate el calentamiento global

La producción de combustibles carbono neutrales incentiva su uso en reemplazo de combustibles fósiles como el diésel y el combustible de aviación, entre otros.

Gracias a estas plantas, los países y sus gobiernos pueden controlar el proceso de descomposición de los residuos orgánicos contaminantes, evitando poner en riesgo a la población.

Contribuyen a que el transporte de largas distancias deje de ser una de las industrias más contaminantes del mundo gracias al uso de combustibles muy bajos en carbono generados en este tipo de plantas.

  1. Fortalece la Biodiversidad

La implementación de una planta de estas características ayuda a recuperar espacios perdidos como basurales y vertederos, ya que utiliza su basura para generar subproductos como los biocombustibles.

Los residuos generados por la población de manera abundante y permanente son aprovechados casi en su totalidad y no se requiere de una materia prima específica como madera o cultivos para su funcionamiento.

  1. Ayuda a bajar los niveles de contaminación

Lo hace consumiendo de manera constante altos volúmenes de residuos, convirtiendo a estas plantas de tratamiento en una alternativa real y factible frente a la disposición final en rellenos sanitarios o vertederos, eliminando así todas las emisiones que generan esos sitios. 

El proceso de conversión de residuos en combustible prácticamente no genera emisiones ni residuos posteriores debido a que no son incinerados.

No dependientes de cambios culturales

Tal como lo señalamos anteriormente, esta tecnología no requiere de grandes cambios de conducta en las personas ni en la cultura de los países. Esto es clave porque es una solución muy concreta y factible para el presente inmediato y no depende de factores sociopolíticos o culturales. Para gobiernos que buscan la descarbonización, incorporar este tipo de plantas a su estrategia puede acelerar el proceso a un ritmo insospechado. 

¿Cómo funcionan estas plantas? 

Parece magia, pero en realidad es tecnología. En este caso estamos hablando de Waste-to-Fuel, un concepto que agrupa a un conjunto de procesos y sistemas que transforman residuos sólidos orgánicos o materiales biodegradables en combustibles utilizables. Este enfoque busca aprovechar los desechos generados en diversas industrias y comunidades para producir energía renovable o combustibles más limpios.

Este proceso se lo debemos a la gasificación. La basura se calienta en un ambiente con poco aire hasta lograr que se descomponga en sus moléculas constituyentes, generando dos productos: gas de síntesis y escoria o carbón inerte.

Por último, esta tecnología es muy eficiente al proveer una alta tasa de transferencia de material y energía.

Somos UNICA Global, el mejor partner para atraer este tipo de soluciones hacia América del Sur. Trabajamos directamente con los fabricantes de estas tecnologías y nos preocupamos de desarrollar el proyecto completo, desde los estudios iniciales hasta la puesta en producción.

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